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Clases de Periodismo lanzó en octubre de 2011 la sección Cuaderno de estilo, a cargo de la correctora y lingüista Úrsula Velezmoro, con el objetivo de brindar consejos útiles a las personas que quieran mejorar su ortografía y redacción. Un año después, esta información se convierte en un ebook.

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En este sitio encontrarás una galería de fotografías realizadas por el estudiante de Comunicación Social Jair Orozco de la Fundación Universitaria Luis Amigó.


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Reportaje, Los conflictos de la minería en Colombia

Los conflictos de la minería en Colombia

Medellín, 01 de octubre de 2010

La explotación del oro en Colombia ha generado diversos conflictos: lucha entre paramilitares y guerrilla, exigencia de vacunas por parte de los grupos ilegales y muerte violenta de mineros artesanales (barequeros), pero la lucha no es sólo violenta, la explotación a gran escala o industrial, atenta de manera indiscriminada contra la biodiversidad al someter miles de hectáreas a la remoción del subsuelo, tala de bosque, aflojamiento de roca y al sistema de riego que utiliza cianuro y mercurio con grandes cantidades de agua, elementos que son altamente tóxicos para la naturaleza y el hombre.

Los metales preciosos presentes en este país surgen en parte, gracias a un fenómeno natural que poco se da en otros lugares del mundo, un sistema montañoso, que se parte en tres sistemas de cordilleras independientes la (cordillera de los Andes) los tres sistemas formados son: occidental, central y oriental, éstas sacan el oro desde las entrañas de la tierra de donde proviene y dejan al metal a poca profundidad lo que hace más fácil su exploración y posterior aprovechamiento.

Antecedentes históricos

Antioquia ha sido históricamente el área de mayor producción de oro de la  nación, pero hacia el siglo XIX el departamento redujo sus extracciones por el aporte económico y de jóvenes para pelear las guerras de independencia, Este sacrificio del pueblo Antioqueño trajo grandes beneficios durante los inicios de la primera República, la desaparición del control gubernamental español y la eliminación del quinto real (impuesto a  la extracción de metales preciosos) en el periodo 1810 a 1820.

En este siglo florece Carlos Coriolano Amador quién fue accionista de las principales empresas mineras: Sociedad Minera El Zancudo y Sabaletas, Sociedad Minera de Los Chorros. Coriolano desempeñó un papel protagónico durante la etapa preindustrial de Colombia, con sus múltiples empresas construyó el puente de Jericó sobre el río Cauca (Puente Iglesias), la plaza de mercado cubierta de la calle Guayaquil, la vía de Santa Elena que comunicó a Medellín con Rionegro, los diferentes acueductos y alcantarillados de Medellín. Fue apodado  ”El burro de oro”.

Entre 1850 y 1855 se registra un gran movimiento de tecnificación en la minería y muy especialmente en la de veta aparece el uso de las primeras fundiciones de oro, el proceso de amalgamación con mercurio y el empleo de la maquina de vapor alimentada con leña para mover equipos pesados y en especial, algo que marco un hito en la historia de la minería Colombiana como fue la mecanización del bombeo de agua.

Minería artesanal

La minería artesanal en 200 años no ha evolucionado mucho, aún se conservan varios de los procesos de aquel período, la amalgamación con mercurio, el bombeo de agua, y la más artesanal de las minerías donde se lavan las arenas auríferas en bateas, con movimientos circulares que permiten liberar las pepitas de oro, se conoce como mazamorreo o barequeo y se sigue practicando a  orillas de los ríos o en socavones.

El conflicto armado del país no ha sido ajeno a la búsqueda del oro, las cantidades de dinero que se mueven a raíz de su comercialización lo hacen un sector atractivo para los grupos armados ilegales que ven en esta industria una manera efectiva de financiación. Y es que en los cuatro primeros meses de este año, las ventas legales de oro de Colombia al exterior alcanzaron 635,3 millones de dólares, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE).

Armando Lopera Palacios, con 30 años dedicado a la minería en Colombia, dice sentir temor al hablar del conflicto. Cuenta que en su paso por El Jardín, Cáceres, Bajo Cauca, Chocó, Caucasia, Puerto Claver, Zaragoza, Segovia, Anorí, Istmina, Quibdó, Tadó y Condoto ha vivido la realidad de manera directa, él ha protagonizado anónimamente muchas de las historias que a diario aparecen en los medios, él siente rabia al recordar.

 “Yo tenía una mina de veta en El Alacrán, por allá en Montelíbano y me mataron dos trabajadores, una muchacha y un muchacho. Luego me  mandaron una boleta diciendo que no volviera por allá. Se repartieron lo que tenía de equipo y uno sin derecho a decir nada”, relata el minero.

En los aluviones (minas formadas por materiales que arrastran los ríos) se trabaja con retroexcavadoras que desprenden la tierra del fondo del río y de las riveras y éstas a su vez la descargan en unos molinos que trituran las piedras, el producto molido se dispone en montículos, luego se riegan con agua y cianuro esta solución captura el oro y lo separa de la basura.

En este tipo de minería se presenta un fenómeno social  el barequeo, que es la extracción del oro por medio de bateas, muy tradicional “invadían los cortes del minero que tenía la maquinaria, y entonces ahí empezaba el conflicto porque los celadores empezaban a desbaratarles esas “matracas” y los barequeros a escudarse en grupos ilegales para hacer aburrir o sacar al minero; entre los barequeros habían guerrilleros camuflados”, explica Lopera.

“En varias ocasiones nos tocaba ir a las minas donde eran ajusticiados los mineros porque venían de otra zona y se metían ahí. En ese entonces, operaban grupos guerrilleros, se quejaban con el Eln, entonces ellos iban, sacaban esas personas y las ajusticiaban por meterse allá sin pedir permiso”, relató el subintendente de la Policía Metropolitana de Medellín, Luis Guerrero Castillo, que presenció esto hacia los años de 1996 ó 1997, cuando se desempeñaba como patrullero en el departamento del Chocó.

Métodos  de terror

 “yo creo que más que todo era para generar terror, con ese propósito; porque rumoraba la gente que eran asesinados por llegar a las zonas mineras sin  informar, de forma arbitraria y por eso los ajusticiaban, para ganarse el respeto”, esto es lo que cree el subintendente Guerrero.

Paula Pérez creció sobre la cordillera central de los Andes a 144 kilómetros de Medellín en el municipio de Amalfi, área de gran riqueza aurífera, allí también se enteró de casos de terror que aún no se van de su cabeza y especialmente recuerda el caso de un paramilitar de apellido Monsalve, dueño de una mina.

“Él tenía una amante, lo que cuentan es que la gente que lo quería matar se entró para la casa de ella. Ella estaba en la celebración familiar en un cumpleaños o algo así y los paramilitares se entraron para la casa y la obligaron a llamarlo, amenazando a las personas que estaban ahí en ese momento, la mamá, el papá; y la obligaron a pedirle que fuera sin escoltas, que tan maluco que toda la familia lo viera escoltado. Él se fue sin escoltas y allá lo estaban esperando, lo mataron los paramilitares y ellos quedaron adueñados de esa mina porque la esposa no se iba a poner a pelear eso, además ya a ese señor le habían matado dos hermanos.”, hizo saber la que fuera habitante de éste municipio.

Carlos Vélez Muñoz, dedicado a la compra, fundición y venta de oro recuerda que en Amalfi se dieron casos marcados de  terrorismo “Allá, en Amalfi, se dio cuando entraron los paramilitares, les decían los “mocha cabezas” de Urabá ellos masacraban mineros y se ponían a jugar ¡ve este como queda de bandera con esta cabeza! y le ponían una cabeza, pero era para sembrar terror y miedo, y así, es como se apoderan de las cosas”, este caso resuena en la mente indignada de Vélez.

Continúa contando “imagínese, coger un arriero y sentarlo en una bomba y prenderle candela a eso. En Amalfi se dieron dos, tres casos: un señor de una finca, La Floresta lo sentaron en una caneca llena de dinamita y le prendieron candela y en átomos volando, como dice el himno, San Mateo en átomos volando, así mataron a ese señor”.

La Naturaleza También Sufre

El oro aparte de su belleza y atractivo físico, posee unas propiedades fisicoquímicas excepcionales que lo hacen atractivo a la actividad industrial, a partir su buena conductividad eléctrica y resistencia a la corrosión, se comenzó a emplear a finales del siglo XX como metal en la industria.

 

Tal vez esto explique la proliferación de empresas mineras extrajeras queriendo invertir en Colombia: ANGLOGOLD ASHANTI, NEW GLOBAL VENTURES–Canadá,  VENTANA GOLD – Canadá, GREYSTAR RESOURCES – Canadá, MEDORO RESOURCES – Canadá, MURIEL MINING CORPORATION, VOTORANTIM METAIS, entre otras.

 

La explotación industrial que estas transnacionales desean hacer en el país resulta preocupante,

 

VIAJANDO POR LA VIDA

Tres días antes de su confirmación, dos años antes de su fiesta de 15, muchos años antes de lo previsto, Daniela, otra vez, empacaba en unas cuantas maletas los planes que ya alguna vez le había tocado rehacer, los sueños de adolescente que apenas estaban floreciendo, el proyecto de vida que debería ser replanteado, quién sabe cuántas veces más.

Sus amigas del colegio Sagrada Familia, su idea de estudiar Licenciatura en Literatura y Lingüística en la Universidad del Valle y una infancia llena de momentos inolvidables debían quedar atrás; en esa tierra caliente, alegre y acogedora que es Palmira - Valle del Cauca, para dar paso a una nueva etapa de la vida en un lugar distante y frío: Santa Rosa de Viterbo, municipio del departamento de Boyacá.

“Llegué a Boyacá y me dio muy duro adaptarme. El Valle es muy caliente, alegre por donde vos querás que pasás, todo es muy festivo, muy folclórico, la gente es muy amable, te conocen desde que eras nada… Pero llegás a Boyacá, a un pueblo que queda, si no estoy mal, a cuatro o cinco kilómetros de un páramo, donde el frío es increíble, donde las ventanas se empañan todas las noches, donde nadie te saluda porque te ven rara, no tenés como ellos los cachetes rojos, ni sos de cabello oscuro…”

Con un acento entre caleño, paisa y boyacense, con la alegría que la caracteriza y la nostalgia de todo lo que ha dejado atrás Daniela cuenta la historia de su vida que ha sido un viaje, un eterno ir y venir, una marcha que día tras día la hace más fuerte a pesar de que se siente “una desplazada del estado”.

Con una mochila típica colombiana, de jeans, tenis, y camiseta deportiva; ropa cómoda para emprender cualquier viaje, aborda el bus de sus recuerdos, sentada en las afueras de la estación del metro en la que más tarde tomará un tren que la llevará a encontrarse con quien definirá el próximo rumbo que tomará su vida.

“Ñañez” como le dicen de cariño sus amigos, ha vivido ya en ocho ciudades diferentes, situación que se debe al trabajo de su papá: Tarsicio Ñañez, un valluno que por ser Dragoneante del INPEC, ha debido, también, pasar su vida viajando.

De un lado para otro, pero siempre unido con su esposa Yaneth Virginia Restrepo, la cual conoció en Andes, uno de sus lugares de servicio, ha logrado conformar una familia que a pesar de la inestabilidad y los constantes cambios culturales ha sabido enriquecerse con las múltiples experiencias que han vivido en cada uno de los rincones de Colombia que, ahora aceptan, por suerte tuvieron la posibilidad de conocer.

No obstante, saben que su vida no ha sido fácil, que el hecho de viajar de un día para otro sin planearlo, cambiando de lugar, clima, cultura, comida y lo más importante, las personas alrededor, ha costado sudor y lágrimas que poco a poco han sabido dar su recompensa, aunque de alguna forma lleva a hacer una retrospectiva pensando que tal vez podrían estar mejor. Pero de cualquier manera, para Daniela es una tranquilidad saber que “Gracias a Dios los desplazamientos por diferentes ciudades son por cuestiones laborales, no por situaciones de orden público ni violencia” situación que, tristemente, aqueja al país.


Los viajes que esta joven de 19 años ha realizado, como una migrante interna colombiana, comenzaron cuando tenía tan sólo seis meses de vida, momento en el que fue llevada por sus padres de su natal Palmira a Itagüí – Antioquia donde tan sólo estuvo por catorce meses.


De nuevo su padre fue solicitado en el Valle del Cauca, pero esta vez en el municipio de Cartago donde Daniela comenzó a estudiar desde muy pequeña ingresando a un Jardín, “no sabían qué hacer conmigo porque era hija única…De eso tengo recuerdos fotográficos muy vagos, de calles y eso, pero no de paseos…” Entre risas cuenta que en su infancia era bastante traviesa y este, su primer lugar de estudio, era el escenario perfecto para dar rienda suelta a sus inocentes juegos y travesuras.

Más adelante, pudieron volver a Palmira, donde estuvieron durante diez años disfrutando del sabor de la tierra, la cercanía de la familia paterna y la llegada de un nuevo miembro: el nacimiento de Natalia, la menor de la familia. Este lapso sería el mismo tiempo que le tomaría a Daniela imaginarse y planear toda una vida, mientras realizaba sus estudios hasta octavo grado, empezaba a vivir las experiencias propias de la adolescencia y se regocijaba en su familia que siempre la ha apoyado.

A los 13 años, una edad complicada para Daniela y su familia, se presentó el cambio más fuerte para ella, que debió dejar todo lo de su tierra natal a un lado para llegar a un sitio completamente diferente, que después entraría a engrosar la lista de los bonitos recuerdos y mejores experiencias culturales que ella hubiese podido vivir viajando dentro de su mismo país.


Santa Rosa de Viterbo-Boyacá era ahora su lugar de residencia, donde debió repetir un semestre de octavo grado por la diferencia de calendario respecto al lugar de donde venía. “Fue horrible…Otra vez perdí álgebra; perdía álgebra en Palmira, perdía algebra en Boyacá… me dio muy duro hacer amigas, pero igual las hice y tenía muy buena relación con ellas…Y era muy charro porque salíamos a bailar carranga; me tocó pasar de la salsa a la carranga; de las reuniones donde uno escuchaba a todos los tíos hablando de Héctor Lavoe, de Ruben Blades, de Willie Colón a pasar a escuchar a los Carrangueros de Ráquira, a Jorge Veloza con su gente…Entonces siempre fue muy duro”

Entre risas va retratando con palabras lo que recuerda de esa tierra fría que le enseñó a tratar a los demás de “su merced”, a conocer lo bonito de los paisajes colombianos y la cultura que cada pequeña población puede albergar. Así, a pesar de las malos momentos que tuvo que pasar, es más lo bueno que saca de cada nuevo viaje que debe emprender.

“Ya otra vez tenía mi vida organizada en Boyacá, conocí una persona que quise mucho: uno de mis primeros novios estables…tuvimos un problema y yo nunca hice nada para resolverlo, igual yo sabía que algún día me tenía que ir…” Efectivamente eso tarde o temprano sucedería, aunque no de una forma tan fácil de aceptar como las otras.

Cuando se enteraron de que el abuelo materno de Daniela tenía cáncer inmediatamente se solicitó el traslado de su papá para Andes-Antioquia. Otra vez se derrumbaría todo lo que ella había edificado buscando tener un buen futuro asegurado, aunque fuese en un lugar totalmente diferente al que disfrutó durante toda su infancia y principio de su adolescencia.

Andes, definitivamente, iba a ser el lugar donde Daniela, en compañía de su familia,  decidiría por fin qué iba a pasar con sus planes para el futuro que iban y venían conforme le tocaba cambiar de ciudad, costumbres y amigos.

Allí, rodeada por la familia materna y con el apoyo de su hermana, a la que quiere con todas sus fuerzas, se acostumbraron más fácilmente a su nuevo lugar de residencia. “A ella no le han dado duro los traslados porque a mi hermanita la han cogido en esa época de niñez que es súper fácil y vos no tenés nada y sos Dios me llevé Dios me traiga…y yo conozco, y yo vivo y rico!…Pero a mí me cogió en plena adolescencia, donde se supone que uno era rebelde… yo reclamé muchas veces!”

A pesar de los reclamos y las constantes discusiones con sus papás a causa de los viajes reconoce que en Andes cambiaron las cosas, aunque no era su lugar favorito para vivir. “En Andes volví a ser yo… aunque otra vez fue lo mismo. Llegué aquí a que todo el mundo me gozara, porque yo hablaba de su mercé, y lo mezclaba con el mirá ve del valle, entonces cuando llegué aquí era: ve, mirá ve, vos, sí pues, su mercé…Era una mezcla inmunda de cosas entonces todo el mundo me gozaba…Nunca me gustó vivir en Andes…gas horrible…Pa’ mi Andes era vacaciones”

En este municipio, ubicado en el suroeste antioqueño Daniela dio pasos decisivos: oficializó su relación con quien fue su mejor amigo durante más de dos años y ahora llevan más de tres años como novios; terminó el colegio siendo una “orgullosa egresada del Bachillerato Agropecuario” modalidad que eligió por la presión de su madre y su abuela, pero no fue impedimento para ser la mejor del curso y estar becada por su buen rendimiento académico, y luego de su graduación otra vez empacó maletas para emprender un nuevo rumbo.


“Otra vez tenía que tomar una decisión…Yo sabía que en Andes no había un futuro para un joven y tuve que volver a migrar, esta vez  a Medellín. Tuve la posibilidad de irme para el Valle, para Pereira…Pero más que todo por mi novio y mi familia yo no quise viajar”.


Con tan sólo diecisiete años, y el susto propio de quien deja a su familia para perseguir sus sueños, Daniela decidió estudiar Comunicación Social en Medellín, ya que era lo que más se acercaba a lo que siempre había querido estudiar “Licenciatura en literatura”, y era la posibilidad de independizarse de su familia, pero al mismo tiempo tenerla relativamente cerca ya que era la primera vez que viajaba sin ellos.

“Vivo  un poco lejos de mi familia, con un primo…Es bastante duro, hay unos ataques de soledad muy fuertes. Pero igual, siempre que he cambiado ha sido para bien.” Después de seis semestres en Medellín, formándose como profesional y viajando mínimo una vez por mes donde su familia y su novio que aún viven en Andes, Daniela disfruta de su juventud con la madurez propia de quien ha debido afrontar cambios tan fuertes a lo largo de una vida relativamente corta.

 

“Ahora el pensamiento es volver a viajar. La idea es irme para Lima-Perú el semestre que viene…Y es el pensamiento mío toda la vida: viajar. Es que estoy segura de algo: el hecho de haber pasado por tantas partes, y haber conocido tanta gente, y tener tan buenos amigos y tan buenos recuerdos me ha enriquecido y me ha ayudado a madurar antes de tiempo…El hecho de saber que yo puedo tener mil planes en mi vida pero que todos se pueden caer, de que me hayan vuelto un poquito más de piedra, el hecho de haber aprendido a llorar de haber aprendido a sentirme sola y muchas veces aprender que esa soledad también me enriquece”.

Así concluye ella el recuento que ha hecho de sus viajes, de su vida, de su experiencia por Colombia en estos 19 años que le han alcanzado para vivir innumerables experiencias. Mientras mira la hora de nuevo se da cuenta que ya es momento de ir a subirse al metro, en el que no hará un viaje a otra ciudad, pero irá donde su abuela quien tiene en este omento la última palabra para aprobar su viaje de intercambio a Perú. Como dato adicional me dice “Ah…y en este momento hay posibilidad de que vuelvan a trasladar a mi papá y que mi familia vuelva a viajar, pero como ya soy una mujer hecha y derecha…”   

 

Por CRISTINA MONSALVE GRANDA

 

Minicrónica
Por: Sara Arcila
 
Un azul que sobrepasaba todos los azules, así era el color de aquellos ojos que me hicieron detener mientras iba camino a casa. Una mirada que aunque cubierta por unos lentes, logró impactarme y más que eso, supo tocar mi alma de una manera muy especial, así era la de este bello anciano del cual no supe ni el nombre.
 
Pequeños y lentos pasos, lo llevaban camino a un parque repleto de palomas buscando algo para comer, pero él con una sonrisa en su rostro y un paquete de arroz Caribe en su mano, se disponía a alimentarlas siempre y cuando estuvieran dispuestas a acompañarlo en su tarde de viernes.
 
La luz del sol reflejaba la tez suave y blanca de este hombre, de unos aproximadamente 80 años, una boina color gris cubría su cabeza y un saco del mismo color, arropaba a este ser que emanaba solo ternura, experiencia y simpatía.
 
Al verme ahí parada, se sintió un poco intimidado y pudo ver que yo lo observaba detenidamente, entonces crucé la calle y seguí mi camino, pensando en que sí algún día llego a esa etapa de la vida, sin duda, quiero verme como aquel hombre para el cual la soledad no era un motivo de tristeza, sino un verdadero vivir.

Carta, Corazón de Madre

Por: Camila Cartagena López 

Mamá se que este no es el mejor momento para escribirte, pero la vida, aunque sea a los golpes, me ha enseñado el valor de tener una persona que se preocupe de mi bienestar de manera desinteresada.

Hoy, casi que en la puerta de esta sala de cirugía, recuerdo cuan desagradable me resultaba tu presencia en mi habitación, tu insistencia sobre el aseo del hogar. Cuántas peleas nos hubiésemos ahorrado si al recibir tus ordenes en lugar de agarrar un balón e irme para la calle, hubiera agarrado una escoba durante cortos 10 minutos, estoy seguro             que habrías  dejado de derramar muchas lágrimas.

Y lo peor es que cuando miro tu rostro en mi mente, únicamente lo recuerdo bañado en llanto. Tal vez, por mi manera soberbia de actuar, merezco todo lo que me está ocurriendo.

Sé que he sido molesto, vanidoso y peor aún un hijo con pocas esperanzas para ti, aunque espiando tus conversaciones he podido escuchar que cuando tus amigas te preguntan por mí respondes con orgullo que soy un gran hijo. Me da pena saber que en realidad piensas algo muy diferente, nunca aprendí la lección, nunca preste una mínima atención a tus palabras de madre bondadosa.

Dios ha querido que mi camino fuese así, me hizo un corazón débil y pequeño que no supe llenar con cosas realmente importantes, mientras que a ti te hizo uno gigante, capaz de aguantar todos mis desplantes, mis llegadas tarde, mi poca colaboración en el hogar, y, peor aún, mi falta de detalles para la mujer que se desvive por este hijo malcriado y desobediente. De haber sido el hijo que soñaste estoy seguro que habrías  dejado de derramar muchas lágrimas.

El laberinto que tengo por recorrer lo construí solo, por eso te pido que me dejes recorrerlo por mi cuenta, hoy no sé si te volveré a ver luego que salga de este cuarto de batas blancas, inyecciones y gente extraña, pero te prometo que si salgo de está te recompensaré todas y cada una de las noches que no dormiste pensando en cómo recompondrías mi camino, nunca más tendrás que rogarme por una caricia, beso o abrazo, y si no logro sobrevivir quiero que sepas que fuiste la mejor madre del mundo, que pocas personas cumplen con una tarea con tanto esmero y dedicación, a pesar de que era yo el que no quería aprender nada de ti.

 

Te amo infinitamente

 

PERDÓNAME MAMÁ

Reseña

Hola, mi nombre es Camila Cartagena López, soy estudiante de Comunicación social en la Universidad Luis Amigó, actualmente estoy cursando el cuarto semestre. Una de mis pasiones es el periodismo, por ello me preparo para ser una excelente profesional reconocida en el medio.

Nací el 28 de diciembre de 1991, ahora tengo 18 años y soy una chica muy alegre, me gusta mucho la música y el buen humor. Amo realmente a mi familia y todo lo que hago es por ellos, vivo con mis cuatro hermanas, mi sobrino y mis padres, soy una persona que disfruto los momentos.

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